Europa e Islam, ¿quién tiene miedo de Juan Pablo II?

“En la mente de Juan Pablo II no había idea alguna de “batalla”. Mons. Mauro Longhi

 

Por Mauro Longhi y Riccardo Cascioli. Nuova Bussola Quotidiana. 24 de noviembre de 2017.

 

Querido director:

Estoy sorprendido por el eco que han tenido mis palabras pronunciadas en la conferencia celebrada en Bienno [Italia] el 22 de octubre de este año. Veo que algunos las interpretan en clave de “batalla entre cristianos y musulmanes”. Me duele mucho esta lectura y pido disculpas por eso, por mi falta de claridad, pude haber inducido a esta interpretación: en la mente de Juan Pablo II no había idea alguna de “batalla”, al contrario era la búsqueda de relaciones.

En la conversación con el Papa del cual he hablado en la conferencia y que ha sido difundida en la “Nuova Bussola Quotidiana”, el Papa se refería a ciertos grupos de terroristas que ya iniciaban a agitar, utilizando el nombre de Dios (como tantas veces recuerda hoy el Papa Francisco) en sus comentarios no había algún tipo de generalización.

Mauro Longhi

 


 

Querido Monseñor Longhi:

 

No se debe disculpar, usted ha sido muy claro en reportar simplemente un episodio de la vida de San Juan Pablo II, del cual ha dado personalmente testigo y que abre una ventana sobre la experiencia mística de Karol Wojtyla. El disculparse debería ser suficiente para aquellos ambientes curiales que han querido reducir la visión de Juan Pablo II a los propios esquemas ideológicos, o aquellas cabezas clericales que han construido improbables palabrerías sobre los motivos de su relato y de nuestro artículo. Nosotros tenemos simplemente reportadas sus palabras sobre según las cuales Juan Pablo II ha previsto una invasión islámica a Europa, y ha dicho que necesita oponerse sobre todo con nuestra “fe vista con integridad”.

 

¿Molesta hablar de invasión?, pero si lo ha dicho también el Papa Francisco en una entrevista del 2 de marzo de 2016 al semanario francés La Vie: “Es de hecho una invasión árabe de Europa”, había afirmado aunque mostrándose optimista sobre el éxito de esta invasión. Y apenas hace dos meses, como ha recordado ayer Marco Tosatti en esta columna, ha sido el cardenal Schönborn quien ha temido una “conquista islámica” de Europa.

 

¿Molesta ahora hablar de la necesidad de una «fe vista con integridad»? Pero, ¿no es esta la tarea de todos los católicos, con islam o sin islam? Es ciertamente la alternativa real que Europa tiene de frente, la ha explicado muy bien el cardenal Giacomo Biffi, arzobispo de Bolonia, más o menos en el mismo periodo de la visión de San Juan Pablo II: «Europa – había dicho – o volverá a ser cristiana o se volverá musulmana. Aquello que me parece que no tiene futuro es la “cultura de la nada”, de la libertad sin límites y sin contenidos, del escepticismo enarbolado como conquista intelectual, que parece ser la actitud ampliamente dominante en los pueblos europeos, más o menos todos ricos en medios y pobres de la verdad. Esta “cultura de la nada” (respaldada en el hedonismo y la insaciabilidad libertaria) no será capaz de resistir el asalto ideológico del islam, que no dejará de suceder: solo el redescubrimiento del acontecimiento cristiano como única salvación para el hombre – y también solo una decisiva resurrección de la antigua alma de Europa – podrá ofrecer un éxito diferente a esta inevitable confrontación».

 

¿Significa esto tal vez llamar a las Cruzadas? ¿O refugiarse en el diálogo y las relaciones? Pero un verdadero diálogo es posible teniendo las dos identidades claras; si soy consciente de mi identidad y conozco a mi interlocutor, sus valores y cómo piensa. Pero hoy el catolicismo dominante está renunciando alegremente a su propia identidad y no tiene tampoco la mínima idea de quién tiene frente, solo un poco de solidaridad sentimental.

 

San Juan Pablo II había visto justo esto y al volver a escuchar su testimonio, querido monseñor Longhi, no podemos dejar de ver con estupor los grandes dones espirituales que san Juan Pablo II recibió. ¿Quién podía imaginar en 1993 esto que hoy está bajo la mirada de todos?

 

Solo pocos en Europa eran capaces de reconocer la manifestación de un renacimiento islámico, figurarse el pensar en una “invasión” de Europa. Incluso en aquel marzo de 1993, fecha de su diálogo con san Juan Pablo II, se respiraba un gran clima de optimismo internacional: había prometedores coloquios de paz entre israelíes y palestinos, de los cuales a los pocos meses (septiembre de 1993) serían enfocados en los históricos acuerdos de Oslo que serían válidos también para el premio Nobel de la Paz al primer ministro israelí Yitzhak Rabin y al líder palestino Yasser Arafat. El terrorismo islamista estaba todavía lejos de venir, mientras el comunismo soviético apenas había colapsado, dejando espacio a la esperanza de un Nuevo Orden Mundial pacífico.

 

Cierto, muy pronto los acontecimientos tomarían rápidamente otros rumbos, y con mayor razón hoy podemos apreciar cuánto las palabras de san Juan Pablo II fueron proféticas. Así como proféticas resultaron las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en Ratisbona, donde el desafío, sea Occidente, sea el Islam, es conjugar razón y fe.

 

Pero lamentablemente hoy parece que la principal preocupación de cierto mundo católico es solo aquella de silenciar estas voces.

 

[Traducción de Uriel García. Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

 

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