PADRE PÍO, VÍCTIMA POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

El 29 de noviembre de 1910 el padre Pío escribió al padre Benedetto, su director espiritual y le explicaba que los ataques del demonio eran implacables y que deseaba ser liberado de esta prueba. El padre Pío le pidió permiso para ofrecerse a sí mismo, como víctima por los pecadores y por las almas del purgatorio. «Ahora mi querido padre, quiero pedir vuestro permiso para algo. Hace ya un tiempo que he sentido la necesidad de ofrecerme al Señor como víctima por los pobres pecadores y por las almas del purgatorio. Este deseo ha estado creciendo continuamente en mi corazón, hasta el punto de que ahora ha llegado a ser, lo que llamaría una fuerte pasión. He hecho este ofrecimiento al señor varias veces, suplicándole que derrame sobre mí el castigo preparado para los pecadores y por las almas del purgatorio, aun aumentándolas cien veces más para mí, siempre que Él convierta a los pecadores y rápidamente admita al paraíso a las almas del purgatorio. Pero ahora me gustaría hacer esta ofrenda de mí mismo al Señor en obediencia a usted o en otras palabras por orden suya. A mí me parece que Jesús realmente quiere esto. Estoy seguro de que usted no tendrá dificultad en concederme este permiso». 39

En su ofrecimiento incondicional para aceptar todos los castigos preparados para otros, multiplicados por cien, el padre Pío entrega la clave de su misterio de amor y sufrimiento. El padre Benedetto le concedió el permiso para ofrecerse al señor como víctima por los pecadores y por las almas del purgatorio. En una carta fechada 1 de Diciembre de 1910, le contestó:

«Haga el ofrecimiento del cual usted me habla y será el más aceptable al Señor. Extienda sus brazos también sobre la cruz y al ofrecer al padre el sacrificio de sí mismo en unión con el Amantísimo Salvador, sufra, quéjese y ruegue por los pecadores de la tierra y por las pobres almas en la otra vida que tanto merecen de nuestra compasión en sus sufrimientos pacientes e indecibles». 40

En el nombre a la santa obediencia, el padre Pío se hizo víctima por la iglesia militante y por la iglesia sufriente. Este ofrecimiento puede explicar su misteriosa enfermedad, sus tribulaciones y sus contiendas y enfrentamientos con los demonios. La humanidad siempre con necesidad de perdón, y el sufrimiento de la iglesia purgante siempre con necesidad de expiación, encontró su víctima en el padre Pío, quien siguió el camino de la cruz como Jesús, quien fue crucificado para poder redimir a la humanidad y quien después «descendió a los infiernos», 41 para liberar a aquellos que estaban esperando la redención y al Salvador quien les daría la libertad y les llevaría al cielo.

El padre Pío fue un alma heroica y generosa quien pensó en los otros, intercedió por los demás, se ofreció a sí mismo como víctima por tantos, de manera que todos fueran salvados – la iglesia militante y la iglesia sufriente. El sufrimiento y el amor fueron los dos caminos por los cueles el padre Pío se vio obligado a exigirse a sí mismo: «Siento que estoy ahogándome en el inmenso océano del amor de mi bienamado. Estoy colmado continuamente con esto». 42

Una vez que se le dio permiso de hacerse víctima, y una vez que voluntariamente se ofreció a sí mismo, las apariciones de las almas de los difuntos al padre Pío fueron innumerables. Por sus propias palabras podemos ver que estas apariciones ciertamente fueron muy frecuentes, hasta el punto que después de un tiempo ya no se incomodaba con ellas.

  1. Espistolario I, carta n. 23, p.206.
  2. Ibid., no. 24, pp.235-236.
  3. Credo de los apóstoles.
  4. Ibid., no.524, p.1122.

Del libro “Padre Pío y las almas del purgatorio”. P. Alessandro Parente. Edizioni Padre Pío da Pietrelcina.

*Transcripción de Dominus Est.

 

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