Del libro “Padre Pío y las Almas del Purgatorio”, de Fr. Alessio Parente
Por Fr. Alessio Parente. Dominus Est. 25 de febrero de 2019.
‘Las Almas del Purgatorio responden’
Un día el Padre Pío se vio envuelto en una discusión de si las almas del Purgatorio podían orar por nosotros. Un cierto autor había escrito que eso no era necesario. “Nunca podré convencerme a mí mismo”, dijo el Padre Pío. “Tuve que cerrar el libro, pues me molestó mucho. No, no es posible que las almas del Purgatorio no nos puedan restituir nuestras oraciones”. El padre Agostino, el director espiritual del Padre Pío, estaba también tomando parte en esa discusión. Eran las dos de la tarde y él iba de camino a su celda para tomar una siesta. Se detuvo en el umbral de su cuarto e insistió con gran entusiasmo: “Cualquier cosa que digan, vamos a orar siempre por las almas del Purgatorio y seguramente recibiremos algo a cambio”.
Esa misma noche después del Ángelus, el padre Agostino estaba de nuevo en el coro. Otro sacerdote salió del coro y pasó por el cuarto del padre Agostino. La puerta estaba abierta y el cuarto iluminado. El sacerdote sabía que el buen padre era siempre preciso en todo y nunca dejaba de cerrar su puerta. Nadie su hubiera atrevido a entrar a su cuarto. ¿Quién podría haberlo hecho?
Miró adentro y vio a un monje orando de rodillas frente a un tapiz del Sagrado Corazón.
No estaba muy seguro de lo que estaba sucediendo y continuó su camino escaleras abajo y se encontró con el Padre Pío ante el fuego común. No había ningún otro sacerdote ahí, por lo que le contó al Padre Pío de lo que había sido testigo. “Vaya”, respondió el Padre Pío, “vaya y vea si el padre Agostino está todavía en el coro”. El padre Agostino estaba todavía en su lugar. El sacerdote regresó al cuarto del padre Agostino y lo encontró cerrado. No había nadie alrededor. ¡Extraño!
Esa noche los frailes estuvieron hablando del incidente. Alguien ofreció una explicación: “Es muy claro. Esta es la respuesta de las almas del Purgatorio. ¡Ellas oran por nosotros!”.
Simplemente con un gesto de su cabeza y una sonrisa, el Padre Pío confirmó esta aparición. No era nada fuera de lo ordinario para él – un hombre entre dos mundos, en contacto con Dios. Con su elevada inteligencia a lo sobrenatural, tuvo el conocimiento y la iluminación de lo que está más allá de nosotros – simples hombres normales. Una cosa es cierta – la gente recurría a él, desde todos los confines de la tierra, atraídos por la fama de sus virtudes.
San Antonino y su amigo
San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que murió un piadoso caballero, quien era un gran amigo del convento dominico donde residía el santo. Se ofrecieron muchas Misas y sufragios por su alma. Pero el santo estaba muy afligido cuando, después de un largo tiempo, el alma del pobre caballero se le apareció, sufriendo dolores indescriptibles. “Oh, querido amigo mío”, exclamó el Arzobispo, “¿todavía estás en el Purgatorio, tú que llevaste una vida tan piadosa y devota?”. “Sí, y me quedaré ahí todavía por un largo tiempo”. Contestó el pobre penitente, “y es que cuando viví en la tierra omití hacer sufragios por las almas del Purgatorio. Ahora Dios, con un juicio justo, ha aplicado los sufragios que fueron ofrecidos para mí, en favor de las almas por las que yo debí haber orado”. “Pero Dios, en Su Justicia, también me dará a mí los méritos de todas mis buenas obras cuando entre en el Cielo; pero primero que nada, debo expiar mi grave omisión respecto a los demás”.
Son muy ciertas las palabras de Nuestro Señor: “Con la misma medida con la que midas, serás medido”. (Mc. 4, 24) (Lc. 6, 38) Recuerda, tú que lees estas líneas, que el destino de este piadoso caballero será el destino de todos aquellos que omitan orar y se rehúsen a ayudar a las Almas del Purgatorio.
[Transcripción de Dominus Est, del libro “Padre Pío y las Almas del Purgatorio”, de Fr. Alessio Parente]
*permitida su reproducción mencionando a dominusestblog.wordpress.com
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