EL ALMUERZO EN LA BASÍLICA SE LLAMA PROFANACIÓN

Por Luisella Scrosati. NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA. 30 de septiembre de 2017.

 

El Obispo [de Roma] debe recordar siempre que lo que está dedicado a su Dios, lo está en el más alto grado… nos enfrentaremos frente al enésimo acto que fortalecerá la pérdida del sentido de lo sagrado, con consecuencias que ni siquiera podemos imaginar.

 

Estimado Director:

 

Todos saben que el Papa visitará la Diócesis de Bolonia mañana, 1 de octubre; muchos saben que el primer «acto pastoral» será la visita del centro Regional de Via Mattei; pocos saben, sin embargo, que el próximo almuerzo con los pobres será dentro -¡dentro!- de la basílica de San Petronio; nadie, que yo sepa, ha reaccionado a la planeada profanación del lugar santo, al menos públicamente.

 

Mientras tanto, hay que decir que la iniciativa sólo tiene que ver marginalmente con los pobres; Les puedo asegurar que al interior de la basílica, para comer con el obispo y el Papa, sin duda habrá también un pobre, pero no se tratará solo de ellos. Habrá directivos y empleados de diversas asociaciones «benéficas» de la diócesis, que reciben salario, sin problemas y de forma indefinida. Pero incluso si fuesen solo pobres, tendríamos que empezar por preguntarnos sobre la legalidad y conveniencia de estas iniciativas, ya que no estamos en tiempos de asedio o de calamidades públicas, que por sí solas motivan estas excepciones. La idea de un almuerzo en la iglesia, que como mínimo causa perplejidad,  de hecho ya es «habitual», pues ya desde hace años que se lleva a cabo en la iglesia de Santa María en Trastevere, igualmente con Mons. Matteo Zuppi, ahora arzobispo de Bolonia, al mando. Pero la que se llevará a cabo el primero de octubre será de una dimensión y una resonancia bastante más incisivas: casi 1.400 asientos, con baños portátiles en el interior de la basílica, en presencia del Arzobispo y el Papa…

 

La primera pregunta que me hice fue esta: ¿será que en toda Bolonia no hay edificios que podrían albergar al Papa, el obispo y los «pobres» a comer dos tortellinis? La respuesta es obvia. Pero esto significa que, independientemente de las intenciones, este evento dará un golpe definitivo a la tradicional distinción entre lo sagrado y lo profano, un golpe que será reforzado por la celebración de la misa en el estadio dall’Ara. Ciertamente, la alta afluencia de gente requiere de un espacio abierto, pero es la coincidencia de las dos cosas lo que lo hace muy elocuente: el almuerzo en la iglesia, la misa en el estadio…

 

Hay dos lógicas que se están confrontando teológicamente desde hace varias décadas y que se ha traducido en un estrago en los lugares sagrados y celebraciones litúrgicas. La primera lógica es la que mantiene una distinción entre lo sagrado y lo profano, en la gente, en los objetos, en los lugares, en los espacios. La segunda dice que el profano no existe: con la Encarnación toda la realidad es sagrada. Pero sólo la primera, con el debido respeto a todo el mundo, es la que expresa el pensamiento de la Iglesia, claramente presente también en el actual Código de Derecho Canónico (nos limitamos a los lugares sagrados): » Son lugares sagrados aquellos que se destinan al culto divino o a la sepultura de los fieles mediante la dedicación o bendición»(§ 1205). Consecuencia de la consagración de un lugar: » En un lugar sagrado sólo puede admitirse aquello que favorece el ejercicio y el fomento del culto, de la piedad y de la religión, y se prohíbe lo que no esté en consonancia con la santidad del lugar. Sin embargo, el Ordinario puede permitir, en casos concretos, otros usos, siempre que no sean contrarios a la santidad del lugar»(§1210). Y más adelante: » Procuren todos aquellos a quienes corresponde, que en las iglesias… se evite cualquier cosa que no esté en consonancia con la santidad del lugar» (§1220).

 

El canon 1210, mencionado anteriormente, es particularmente importante: en los lugares sagrados, en los que se lleva a cabo el culto público y la oración, y lo que les favorece (piénsese en la predicación, la catequesis, etc.), pueden ser asignados por el Ordinario a otros usos no contrario a la santidad del lugar. Esta santidad no significa un aspecto meramente moral, como si, por ejemplo, ofrecer un almuerzo gratis se puede considerar como una acción que no sea contrario a la santidad de una iglesia mientras que hacer pagar el almuerzo sí. No es sólo una cuestión de intenciones o conducta moral… La santidad de la que se habla aquí concierne con la finalidad sagrada objetiva de ese lugar, «a una cosa se llama sagrada porque está destinado al culto divino. Al igual que algo tiene naturaleza de bien, cuando se dirige a una finalidad buena, así se hace de alguna manera divina porque está destinado a la adoración de Dios «(Tomás de Aquino, Suma Teológica II-II, q. 99, a. 1).

 

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Foto: (Almuerzo de Navidad en Roma en la iglesia de Santa María en Trastevere)

 

El Obispo debe recordar siempre que lo que está dedicado a su Dios, lo está en el más alto grado, y por lo tanto no puede ser utilizado para iniciativas que no están orientados de manera objetiva a Él como fin y centro, independientemente de las intenciones subjetivas. En otras palabras: cuando en una iglesia se llevan a cabo acciones no sagradas (que no significa necesariamente pecaminosa), que se hacen tranquilamente en otro lugar, aquella iglesia es profanada: se quita a Dios lo que se había dedicado exclusivamente a Él. Así, el 1. Octubre en Bolonia, si las palabras todavía tienen sentido, seremos testigos de una profanación. Nada menos.

 

Y nos enfrentaremos frente al enésimo acto que fortalecerá la pérdida del sentido de lo sagrado, con consecuencias que ni siquiera podemos imaginar. Cada vez que una realidad consagrada a Dios es profanada, ¿qué sucede? Si es el sagrado es profanado, en cascada el profano, a la espera de ser sacralizado, se desfigura, golpeado en su aspiración a ser sacralizado. Comer en una iglesia no conduce a sacralizar una realidad profana, como muy ingenuamente se podría pensar, si no a profanar una realidad sagrada y por tanto, a alejar la misma profanidad de ser exaltada.

 

En el espíritu de la liturgia, Ratzinger recuerda que «la Nueva Jerusalén no tiene necesidad de un templo porque Dios, el Todopoderoso y el Cordero son su templo; la ciudad en la que en lugar del sol y la luna son la gloria de Dios mismo y su lámpara el Cordero, para dar nueva luminosidad (Ap. 21, 22s.): esta realidad aún no ha llegado». Estamos en un estado intermedio, donde la realidad profana aspira a la santificación completa y por eso tiene necesidad de realidades sagradas. Por esta razón, a la pregunta de si todavía hay necesidad de espacios, tiempos y signos sagrados, la respuesta de Ratzinger es inequívoco: «Sí, hay necesidad, precisamente para aprender a través de la ‘imagen», a través de la señal, a ver el cielo abierto; para hacernos capaces de reconocer en el corazón atravesado del Crucificado el misterio de Dios […]. Tomamos parte en la liturgia del cielo, sí, pero dicha participación se nos comunica a través de señales terrestres, que el Redentor nos ha mostrado como espacio de su realidad. En la celebración litúrgica se hace de alguna manera en la inversión del Exitus in reditus. La liturgia, como mediadora, hace entrar el tiempo terrenal en el tiempo de Jesucristo y en su presente».

 

Si se profanan las acciones, los lugares, los templos, las personas sagradas, toda la realidad se desliza hacia abajo y no sólo permanece encadenado en su propia profanidad, si no, se vuelve gradualmente más y más ajeno y opuesto a Dios. Y es el espectáculo que vemos ahora todos los días. Kyrie eleison.

 

[Traducción de Cristián Cisneros. Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

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