“MARÍA, CATECISMO Y MARTIRIO”: LA REGLA DEL CARD. BURKE

Por Benedetta Frigerio. NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA. 30 de septiembre de 2017.

¿Cómo puede un simple católico vivir la propia fe en una situación de creciente confusión como ésta la actual? Es la pregunta que ha respondido el cardenal Raymond Leo Burke en una conferencia celebrada es Louisville (Kentucky) el pasado 21 de julio, pero que vale la pena retomar por su extrema actualidad (Aquí el texto íntegro en italiano). Sin hacer concesiones sobre la verdad de los peligros presentes, Burke ha explicado cómo evitar el espíritu mundano del cisma, hasta que esté pronto a dar la vida por la Iglesia.

“Es un momento –ha comenzado el cardenal –que puede simplemente ser descrito como una confusión, una división y un error”. Entonces ha hablado de un joven sacerdote que se le había acercado pidiéndole: “Cardenal, ¿piensa que estamos cerca del fin de los tiempos?”. “La expresión sobre su rostro –ha dicho Burke – me ha hecho comprender la sinceridad de su pregunta que lo animaba. Entonces no he dudado en responder “Podría ser”. Porqué “Vivimos en los tiempos más turbulentos del mundo y también lo son para la Iglesia”. Entonces Burke ha mencionado la ideología de género desenfrenada y destructiva del hombre, la negación de la libertad religiosa por vetar todo discurso público sobre Dios, la anticoncepción, la eutanasia, el adoctrinamiento de los niños. Al mismo tiempo la búsqueda salvaje “del placer y del poder mientras el papel de la ley, dictado de la justicia, es pisoteado”, por lo cual existe “un temor justificado de un choque mundial”, porqué “la situación actual del mundo no puede proseguir a menos que conduzca al exterminio total”.

Por esto, ha continuado Burke, “el mundo nunca como hoy ha tenido necesidad de la enseñanza sólida y de la dirección que Nuestro Señor…quiere dar al mundo a través de la Iglesia”. Pero no se puede dejar de constatar que “de forma diabólica, la confusión y el error…han entrado también en la Iglesia”, que “no parece conocer más su identidad y misión”, ni “tiene la claridad y el coraje de anunciar el Evangelio de la vida y del Divino Amor”.

Entonces el recuerdo del cardenal Meisner muerto por un ataque al corazón como también habría muerto se sabe que murió el cardenal Caffarra: “Sé cuánto ha sufrido por la continua y creciente confusión sobre la enseñanza de la Iglesia y al interior de la Iglesia misma. Claramente le había expresado al Papa Benedicto XVI las mismas preocupaciones, preocupaciones que parecían comunes a ambos, mientras al mismo tiempo reafirmaba, como nuestra fe nos enseña, la confianza en Nuestro Señor que ha prometido permanecer en su Cuerpo Místico, “todos los días hasta el fin del mundo…” Cuando yo mismo la última vez con el cardenal Meisner en Colonia, el 4 de marzo de este año, estaba tranquilo pero, al mismo tiempo, me expresó su determinación para continuar la batalla por Cristo y por la verdad que Él nos enseña, sin interrupciones, a través de la Tradición Apostólica.

Desafortunadamente, ha continuado el cardenal, “por diversas razones muchos sacerdotes están en silencio de frente a la situación en la que se encuentra la Iglesia, o abandonando la claridad de la enseñanza de la Iglesia, siguiendo la confusión y el error”. También, “la aprobación de los medios seculares es para mí un signo que la Iglesia está fallando miserablemente al dar testimonio claro y valiente por la salvación del mundo”. Sin olvidar que los medios pintan “a aquellos que hablan de aquello que la Iglesia siempre ha enseñado” como “enemigos del Papa”. Entonces Burke ha explicado que significa verdaderamente seguir al Papa: “La plenitud del poder (plenitudo potestatis) esencial al oficio del sucesor de San Pedro es mostrada falsamente como un poder absoluto, traicionando así al primado del sucesor de San Pedro”, porque la plenitud del poder “sirve precisamente para protegerlo del pensamiento de tipo mundano y relativista que conduce a la confusión y a la división”.

Sin embargo, desgraciadamente, “acerca de las declaraciones del Papa Francisco, existe una comprensión popularmente desarrollada por la cual toda externación suya debe ser aceptada como enseñanza papal o magisterial…La cuestión es complicada, porque el Papa Francisco elige regularmente hablar de manera coloquial. Motivo por el cual, cuando uno pone sus observaciones dentro del contexto propio de la enseñanza y de la práctica de la Iglesia, puede ser acusado de hablar contra el Santo Padre… Como resultado, estaría tentado de permanecer en silencio o tratar de explicar doctrinalmente un lenguaje que confunde o incluso contradice a la doctrina”.

Enseguida, la explicación sobre el hecho que ocurre “distinguir, como siempre ha hecho la Iglesia, las palabras del hombre que es el Papa y las palabras del Papa como Vicario de Cristo en la tierra. En la Edad Media, la Iglesia hablaba de los dos cuerpos del Papa: el cuerpo del hombre y el cuerpo del Vicario de Cristo…Actualmente la Iglesia no está acostumbrada a un Romano Pontífice que hable públicamente de manera coloquial. De hecho, siempre se ha usado una gran prudencia, de modo que cada palabra pública del Papa fuese claramente en acuerdo con el Magisterio”. En cambio el Papa Francisco “ha decidido frecuentemente hablar en su primer cuerpo, el cuerpo del hombre en vez del cuerpo del Papa. De hecho, también en los documentos que, en el pasado representaban una enseñanza más solemne, el mismo ha dicho claramente que no está ofreciendo una enseñanza magisterial sino su pensamiento personal. Más aquellos que están habituados a una modalidad diferente de hablar por parte del Papa quieren hacer de cada declaración suya parte del Magisterio, aunque esto “es simplemente incorrecto y dañino para la Iglesia”.

Decir todo esto no es “un acto de enemistad contra el Papa Francisco”. Al contrario, “sin esta distinción perderíamos fácilmente el respeto por el papado o pensaríamos que, si no estamos de acuerdo con la opinión personal del Romano Pontífice ahora debemos romper la comunión con la Iglesia”.  Entonces, “mientras mantenemos firmemente la fe católica en aquello que concierne al Oficio Petrino, no podemos caer en la idolatría hacia el papado que haría que cada palabra pronunciada por el Papa, aunque fuese interpretada en sentido contrario a la palabra de Cristo mismo, por ejemplo, respecto a la indisolubilidad del matrimonio (Mt. 19, 19). Más bien, junto al Sucesor de Pedro, deberíamos esforzarnos por comprender siempre más a fondo la palabra de Cristo, a modo de vivirla siempre más perfectamente”.

Después Burke comenzó a hablar del antídoto a la confusión el cual es la devoción mariana, el catecismo y el martirio. “¿Cuál debería ser nuestra respuesta al momento extremadamente difícil en cual nos ha tocado vivir, momento que parece realmente apocalíptico? Debe ser la respuesta de la fe, la fe en Nuestro Señor Jesucristo que está vivo por nosotros en la Iglesia y que nunca dejará de enseñarnos, santificarnos y guiarnos en la Iglesia, como también Él ha afirmado, de permanecer con nosotros siempre hasta su retorno”.  Por esto “debemos estudiar más atentamente la enseñanza de la Fe contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica y estar preparados para defender estas enseñanzas contra la falsedad”. Además “no debemos dejar de reconocer los muchos signos edificantes de fidelidad a Cristo en la Iglesia. Pienso en muchos bellos hogares católicos… en muchos valientes y buenos sacerdotes y obispos que viven la fe y dan ejemplo en su vida cotidiana.

Por último, “para permanecer completamente unidos a Cristo… debemos recurrir a la Santísima Virgen María, la madre de Cristo y la madre de la Iglesia…ella continúa siendo el canal de todas las gracias que sin medida y sin parar del corazón glorioso y traspasado de Su Divino Hijo. Es necesario “invocar frecuentemente durante el día la intercesión de San Miguel Arcángel” porque “hay una acción decididamente diabólica en la violenta confusión, división, error en la Iglesia” Está también “San José, el patrón de la Iglesia universal. Debemos orar a él todos los días por la paz en la Iglesia…No sin razón, uno de los títulos de San José es ‘terror de los demonios”.

La Santísima Virgen María nos conducirá del mismo modo a buscar la intercesión de San Pedro por su sucesor, el Papa Francisco…Debemos invocar también la intercesión de los grandes papas santos que han guiado a la Iglesia en tiempos difíciles.” Y “en modo particular, debemos orar por los cardenales de la Iglesia, que son los principales consejeros del Romano Pontífice”, porque “en tiempos similares” el servicio de los cardenales requiere una particular claridad y coraje a la voluntad de aceptar cualquier sufrimiento requerido por ser fieles a Cristo y a su Iglesia, “hasta el derramamiento de la sangre”.

El cardenal ha dejado claro que esto no significa ignorar “la gravedad de la situación” sino no “dejar espacio para la desesperación humana…Nuestra seguridad está en Cristo. Si debemos hacer todo aquello que esté en nuestras posibilidades para defender la fe católica en toda circunstancia…pero debemos saber que la victoria pertenece últimamente y únicamente a Cristo”. Finalmente “no se puede hacer espacio…para el cisma que es siempre y en cada lugar algo errado” sino “debemos estar prontos a aceptar cualquier sufrimiento que pueda venir por Cristo y la salvación de su Cuerpo Místico, nuestra Madre la Iglesia…aceptar el ser ridiculizados, incomprendidos, perseguidos, exiliados e incluso morir, por permanecer uno con Cristo en la Iglesia bajo la protección materna de la Santísima Virgen María”. También porque “el cisma es fruto de un modo moderno de pensar, por el cual se cree que le Iglesia está en nuestras manos”.

Entonces, dada la particular naturaleza de estos peligros, “debemos salvaguardar especialmente nuestra fe en el Oficio Petrino y nuestro amor por el sucesor de San Pedro, el Papa Francisco… Renovamos cada día nuestra fe en la Iglesia y en el oficio divinamente otorgado, y oramos de manera ferviente por el Romano Pontífice para que pueda servir a Cristo en total obediencia y generosidad”. Por esto, ha concluido Burke “no debemos preocuparnos si estos son momentos apocalípticos o menos, sino de permanecer fieles a la fe, generosos y valientes al servir a Cristo y a su Cuerpo Místico, la Iglesia. Finalmente sabemos que el capítulo final de la historia de estos tiempos está ya escrito. Es la historia de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre su fruto más mortal, la condenación eterna. Nos queda escribir, junto a Cristo, los capítulos intermedios a través de nuestra fidelidad, coraje y generosidad como sus verdaderos colaboradores, como verdaderos soldados de Cristo”.

 

[Traducción de Uriel García. Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

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