EL CARDENAL CAFFARRA SE CONSUMÓ EN AMOR POR CRISTO Y LA IGLESIA

En este mar de tempestad que es la Iglesia el Señor ha decidido quitarnos este “padre”… Se sabía que estaba enfermo de hacía tiempo pero era imposible percibirlo… la noticia de su muerte nos ha tomado por sorpresa.

 

Por Riccardo Cascioli. NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA. 6 de septiembre de 2017.

Me había llamado apenas hace dos días, siempre con su manera humilde de hablar, disculpándose por la molestia. Figúrense ustedes si el Cardenal Caffarra podía molestar. Estaba verificando los horarios de trenes para venir el próximo domingo a Milán, a la ‘Jornada de la Bussola’ (Giornata della Bussola), y quería preguntarme cuáles serían las mejores opciones. Hacía todo por sí solo y solo habría viajado el domingo, como de costumbre, si el Señor hubiese querido. Pero Sus caminos no son los nuestros, y así el Señor ha decidido quitarnos este “padre” del que en el momento nos parecía tener tanta necesidad.

Sí, porque en este mar de tempestad que es la Iglesia, su figura paterna, que se consumía en el amor por la Iglesia y por Cristo, era un gran consuelo y una guía segura.

Se sabía que estaba enfermo de hacía tiempo el Cardenal Caffarra, pero era imposible percibirlo. Seguía asumiendo muchas obligaciones en su pequeño departamento, ubicado en un edificio adyacente al Seminario mayor de Bolonia, recibía a quien sea que lo buscara para un consejo, para una confesión, para cualquier necesidad. Así, parecía que hubiese intensificado esta relación personal con la gente común, consolando, guiando, reforzando la fe de cualquiera que lo encontrara.

Por esto la noticia de su muerte nos ha tomado por sorpresa. Cierto, incluso si no se quejaba, los ataques que se veía obligado a sufrir a causa de sus intervenciones en defensa de la enseñanza de la Iglesia, del matrimonio y de la Eucaristía amenazados por las bien conocidas derivas teológicas y pastorales que han acompañado a los Sínodos sobre la familia, no podían no dejar una marca. Y sí, el Cardenal Caffarra de hecho no era alguien que tendiera barricadas, no gustaba de lanzarse en polémicas aunque fueran sacrosantas o empuñar la lanza para dar la batalla.

En el caso que después lo llevó a él y los otros tres cardenales a dirigirse al Papa con los “Dubia” respecto a algunas preguntas levantadas por Amoris Laetitia, se había sentido arrastrado. «Non posso tacere» (“No puedo callar”), decía, sintiendo la responsabilidad sobre todo ante Cristo. Y no podía creerlo, estaba adolorido por el silencio de tantos obispos que preferían quedarse tranquilos en lugar de seguir la verdad. Una cosa sobre todo lo había hecho dolerse: cuando la pluma de algunos vaticanistas católicos, escribiendo para periodistas laicistas, lo había definido como “enemigo” del Papa, hostil. Una enormidad, la más grave e infame de las acusaciones, para alguien como él, como cardenal, sentía toda la responsabilidad de defender al Papa hasta la efusión de la sangre. Pero sabía que también éste era el precio a pagar por la fidelidad a la Iglesia de Cristo, en un momento histórico así de complicado.

En un encuentro que tuve con él recientemente me ha golpeado la gravedad con la que me ha dicho estar más convencido que nunca de que estos son los tiempos apocalípticos, obviamente en el sentido bíblico del término: los tiempos del encuentro final entre Cristo y Su Enemigo. Es una consciencia que no nos debe intimidar, sino hacernos más conscientes de la responsabilidad que tenemos, por nosotros y por quienes encontramos.

Estamos seguros que también desde allá arriba nos guiará en esta responsabilidad, en esta batalla por la Verdad, confiando todo a Cristo y a la Virgen. Y el domingo, en la ‘Jornada de la Bussola’, el Cardenal Caffarra estará presente con la lectura de la intervención que ya había preparado para nosotros y para nuestros lectores, y que apenas nos había hecho llegar. El Señor ha querido que fuesen sus últimas palabras públicas, confiadas a nosotros como un testamento espiritual. Como tal lo conservaremos y pedimos a Dios la gracia y la fuerza para hacerlo fructificar.

 

En estos últimos años, más allá que un punto de referencia para tantos fieles católicos, lo recordamos como un gran, paterno, amigo de La Nuova Bussola Quotidiana.

 

[Traducción de Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

REQUIEM aeternam dona ei, Domine, et lux perpetua luceat ei. Requiescat in pace. Amen. +

 

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