«Todo está bien, Dios entiende» – Dosis de Morfina Católica

Por Michael Voris. Church Militant. 9 de enero de 2018.

 

 

Cuando el papa Francisco dijo que la Iglesia es como un hospital de campo, fue una disculpa con la que los liberales y disidentes en la Iglesia enloquecieron, utilizándola como una excusa para decir que nunca debió hablarse de aquellas rígidas, duras enseñanzas. Sólo son un montón de reglas y doctrinas de las que el hombre moderno no tiene verdadera necesidad. La ‘Iglesia de los bonito’ corrió a una velocidad desorbitante a acoger el mantra del papa que felizmente se convirtió en una pila de sinsentido sobre la Santa Comunión para todos y sexo gay para cualquiera.

Lo que la ‘Iglesia de lo bonito’ ha pasado por alto completamente con la analogía es que los hospitales no son para quedarse en estos. Hay lugares a donde vas para mejorarte, no para mudarte y poner tu tienda. Mejorarse es un trabajo duro. Mi padre, por ejemplo, está en rehabilitación justo ahora después de casi tres semanas en el hospital combatiendo un mal caso de neumonía. Mejorarse físicamente es un trabajo duro. Tienes que trabajar en ello – hacer todo tipo de cosas que no quieres hacer. Tienes que ser golpeado y molestado a todas horas, que te saquen sangre y te metan otra fresca. No puedes comer cuando quieres pero tienes que comer cuando no quieres. Las cosas suceden, no a tu ritmo, sino al ritmo que puede alcanzar el personal del hospital. Necesitas ayuda para realizar las cosas privadas más elementales y sientes que te han quitado tu dignidad por completo. Tal es la naturaleza de mejorarse físicamente.

Del mismo modo, la curación espiritual no suele ser un proceso agradable. De hecho, a menudo es francamente difícil. Tienes que mirar en el espejo y darte cuenta de quién eres realmente en el fondo – un pecador miserable incapaz de ayudarte a ti mismo, que necesita ser curado por el Médico Divino. Todos tenemos una enfermedad mortal y al no estar en el hospital el diagnóstico es la muerte – punto. Y en ese hospital, es trabajo duro, realmente trabajo duro. Años de heridas espirituales y cicatrices psicológicas y dolor de resentimientos levantados cubiertos de pústulas de la infección de la culpa siempre goteando, con anticuerpos insuficientes para restaurar la salud por completo.

Todos sin excepción requieren una estadía en este hospital – algunos pasar estadías más largas que otras, algunos someterse a procedimientos más intensos pero nadie mejora sin una estadía prolongada en el Hospital Católico. Y he aquí el problema: La ‘Iglesia de lo bonito’, con su énfasis sin límite en tus sentimientos, está compuesta por incompetentes y bobalicones que matan gente en sus salas. No logran que mejoren las almas. Las dejan con una dosificación de morfina psicológica-espiritual, y es una muerte lenta donde el trabajo duro nunca está hecho puesto que sus pecados están disculpados y desviados, se inventan excusas hasta que quedan tan anestesiados que simplemente aceptan su destino como voluntad de Dios – que Dios los hizo de esa manera, y están contentos. Y “esa manera” quiere decir no solamente gay, sino también vivir en adulterio o amancebados o creyendo que todas las religiones son lo mismo, y que todos van al Cielo, y que la adherencia a los Mandamientos es opcional o algo pasado. No se ofrece nunca el desafío para sanar. No se ofrece nunca un diagnóstico más allá de “todo está bien, Dios entiende”. Y en consecuentemente, no hay nunca una verdadera sanación espiritual, doloroso tal cual es, así pasa.

La realidad de la enfermedad spiritual nunca es descubierta, nunca tratada, y la infección permanece, supurante, impidiendo una unión verdadera con Dios, lo cual es irónico ya que es ésta la misma multitud que nunca deja de hablar de “un encuentro con Jesús”. Pero éstos sostienen un encuentro falso con un Jesús que no es el verdadero, parecido más a un curandero que nunca cura nada. Sus placebos espirituales los marean y los mantienen estúpidos. Y luego cuando llega el momento de cubrir su cadáver con la sábana, el capellán del hospital llega a la escena para el funeral asegurando a sus seres queridos que el muerto ya está en el Cielo. Aquellos “practicantes” algún día serán llamados a la oficina “del Jefe” y se les exigirá que den cuenta de todos los pacientes que murieron bajo su vigilancia.

La dosificación de morfina tiene que desconectarse y hacer que la gente enfrente la realidad de su diagnóstico.

 

[Traducción de Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

 

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