“Es una especie de Blasfemia” el que los pecadores “pidan acceso a la Santa Comunión”: Mons. A. Schneider

Por Steve Skojec. OnePeterFive.

 

En una nueva entrevista con Rorate Caeli, Mons. Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de Astana, Kazajistán, uno de los firmantes de la declaración del 30 de diciembre (2017) [Ver aquí] llamando ‘ajena a toda la tradición de la Fe Católica y Apostólica” cualquier disciplina sacramental que permita la Comunión a los divorciados y vueltos a casar”, explica el por qué es una de los firmantes de esta última andanada en contra de la implementación de la pastoral popular de la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Su entrevista llega en medio de rumores de que el papa Francisco está planeando una campaña de “denigración” de los firmantes [Ver aquí] a través de sus diversos medios de comunicación sustitutos en represalia por su oposición – de una manera similar a como se hizo en contra de los cardenales de los dubia (ver algunos ejemplos  aquíaquíaquíaquíaquí, y aquí) después de la publicación de su ahora famosas (y aún sin respuesta) cinco preguntas.

Mons. Schneider dice que “de cara al actual eclipse de la función del Magisterio Papal temporal y parcial” hay una obligación de obispos y cardenales de “dar asistencia al Papa en su deber Magisterial mediante profesiones públicas de verdades inmutables que el Magisterio Ordinario y Universal – es decir lo que todos los Papa y el episcopado entero por todos los tiempos – han enseñado concerniente a la doctrina y a la práctica sacramental del matrimonio”.

Al discutir sobre la extendida “plaga de divorcios” en su propio país – Mons. Schneider dice sin embargo que los “divorciados vueltos a casar” en Kazajistán “no se atrevería a pedir ser admitidos a la Santa Comunión”, ya que el conocimiento y la conciencia del pecado está, gracias a Dios, profundamente enraizadas en las almas, e incluso en la sociedad civil”.

 

“En nuestro país”, continúa, “la gente comete pecado como en cualquier otra parte, pero nuestra gente aún es consciente de que el pecado es pecado, y por lo tanto para tales pecadores hay una esperanza de conversión y de misericordia Divina. Para nuestro pueblo sería – incluso para los así llamados ‘divorciados vueltos a casar’ entre éste – una especie de blasfemia el pedir acceso a la Santa Comunión mientras sigan cohabitando con una persona que no es su legítimo cónyuge”.

 

Citando el Concilio Vaticano II, Mons. Schneider recuerda también a los fieles que “el Papa no es el creador de la verdad, de la fe ni de la disciplina sacramental de la Iglesia”, sino más bien su servidor. Mons. Schneider vuelve a examinar también la enseñanza del Concilio Vaticano I sobre el papado en Pastor Aeternus, que dice que el carisma papal “no significa que ellos [los Papas] pudieran dar a conocer algunas doctrinas nuevas, sino que, por la asistencia del Espíritu Santo, pudieran guardar religiosamente y exponer fielmente la revelación o depósito de fe trasmitido por los apóstoles”.

El Obispo [Mons. Schneider] también es crítico del “ultramontanismo”[1] que surgió en los siglos XIX y XX que han “alcanzado su punto más alto en nuestro días y han creado un ‘papa-centrismo’ y papolatría insanos”.

Al buscar explicar la noche oscura que la Iglesia ahora está experimentando. Su Excelencia dijo que Dios “ha permitido esta actual confusión doctrinal y moral extraordinaria en la Iglesia” para que cuando la crisis sea abatida “la verdad resplandezca más brillante y la Iglesia se vuelva espiritualmente más hermosa” – especialmente para los casados, familias y Papas.

 

[Traducción de Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

[1] Ultramontanismo. La palabra señalaba un catolicismo activo e integral y era utilizada porque reconocían como su cabeza espiritual al papa que, para la parte mayor de Europa, era un morador más allá (ultra) de los montes es decir, más allá de los Alpes. El término «ultramontano», de hecho, es relativo: para los franceses, alemanes, y para cualquier otro pueblo situado al norte de los Alpes son ultramontanos los romanos, o los italianos, y en un sentido eclesiástico puro se aplica esta palabra a un catolicismo integral.

Como segunda acepción, en la edad media, cuando era elegido un papa no italiano se decía que era un papa ultramontano. En este sentido la palabra se usa muy frecuentemente en documentos del siglo trece; sin embargo, después de la migración a Avignon, se dejó de usar este término en el lenguaje de la Curia.

Después de la Reforma protestante este término tuvo un sentido muy diferente, entre otras cosas, aquella significaba un triunfo del particularismo eclesiástico, basado en principios políticos que se formularon en la máxima: Cujus regio, ejus religio (como la del rey será la religión de su pueblo).

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