LIBERTAD A LAS CONF. EPISCOPALES PARA DISOLVER LA LITURGIA CATÓLICA DEFINITIVAMENTE

El trabajo para una “misa ecuménica”. La Misa antigua también está en la mira.

Por Luisella Scrosati. NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA.

 

Para disolver definitivamente la liturgia católica es necesario dar más libertad a las conferencias episcopales y partir por la mitad – “esfumar” en jerga curial – la molesta recognitio, en gratificante aceptación de la línea de devolution.

Amoris Laetitia enseña. Se creía que la batalla se desarrollaría bajo dos formas de entender la doctrina sobre el matrimonio y la Eucaristía, en cambio, mientras el mensaje ha sido más bien claro: la doctrina queda sin cambios (leyes: de la doctrina no interesa), pero cambia la praxis. Y por esto fue necesario dar libertad a las conferencias episcopales, entre las cuales no faltan ciertamente aquellas que no ven la hora de aventurarse hacia un nuevo rumbo, obviamente por el bien de las almas. Porque, en el fondo, «no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se proyectan en sus territorios. En este sentido, advierto la necesidad de proceder en una sana “descentralización”»  (Evangelii Gaudium, 16).

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Hacia una oración eucarística ecuménica

Indiscreciones confirman que en la liturgia se está intentando hacer lo mismo: descentralizar y dar “cierta” libertad a los episcopados al experimentar nuevas traducciones, más comprensibles al pueblo de Dios, nuevos textos más adaptados a la mentalidad del hombre moderno y – ¿por qué no? – una nueva oración eucarística, para poder ir al encuentro de los “hermanos separados”, sobre todo en las regiones de lengua alemana, que con los “hermanos separados” debemos convivir, sin embargo sin poder dar testimonio de unión en torno al altar del Señor… Se debería por lo tanto pensar en una oración eucarística que pueda ser pronunciada juntos, sin crear conflicto a nadie.

 

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La Misa antigua también está en la mira

Pero el ataque a la Liturgiam Autenticham tiene otro alcance, que insospechablemente Andrea Grillo revela lo siguiente (ver aquí) : si exterminamos a través de la Liturgiam Autenticham, golpeamos también el motu proprio Summorum Pontificum, porque ambos están vinculados por una misma lógica. «El Motu Proprio por seis años consecutivos, el cual habría dado inicio al riesgoso paralelismo entre el rito ordinario y el rito extraordinario, está de hecho, contenido, no sólo en el espíritu, sino además en la carta de Liturgiam Autenticham, o sea al interior de esta indirecta negación falsa del Concilio, sino más bien de su justificación pastoral».

Liturgiam Autenticham y Summorum Pontificum no han entendido ni un ápice de la pastoralidad del Concilio Vaticano II, más bien la han sofocado: «Una de las ambiciones de Liturgiam Autenticham se afirmaba de esta manera: “La presente instrucción es el preludio – buscando prepararla – de un nuevo momento de renovación…”. Esta afirmación se asemeja mucho a aquella – contemporánea y también sucesiva – en torno a la exigencia de un “nuevo movimiento litúrgico”, es decir, el auspicio de un movimiento litúrgico que pueda garantizar a la barca de la Iglesia responder a una “sola orden”: “¡reversa a toda máquina!”».

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Finalmente, Grillo hace un llamamiento a todas las fuerzas de renovación, versión Marco Porcio Catón, el censor:  «Hoy, a una distancia de 15 años […] es del todo evidente que “un nuevo momento de renovación” será posible únicamente superando las contradicciones y las ingenuidades nostálgicas de este acto de interrupción del “cambio pastoral” iniciado con el Concilio Vaticano II». Delenda Carthago[1]: más claro que esto…

 

[Traducción de Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

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[1] Esta expresión se utiliza para hablar de una idea fija que se persigue sin descanso hasta que se realiza.

Carthago delenda est (‘Cartago debe ser destruida’) o Ceterum censeo Carthaginem esse delendam (‘Además opino que Carthago debe ser destruida’) es una famosa locución latina. La frase se atribuye a Catón el Viejo quien, según fuentes antiguas,1​ la pronunciaba cada vez que finalizaba sus discursos en el Senado romano durante los últimos años de las guerras púnicas, alrededor del año 150 a. C.

Ninguna fuente antigua establece exactamente la forma en que pronunciaba realmente la frase,2​ que se escribe en la actualidad de dos formas distintas: Carthago delenda est o la más completa Ceterum censeo Carthaginem esse delendam (‘Además opino que Cartago debe ser destruida’).

Esta expresión se utiliza para hablar de una idea fija que se persigue sin descanso hasta que se realiza.

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