Los Niños en Misa. La Liturgia Tradicional es para niños pequeños

Por Gregory Dipippo. NewLiturgicalMovement. 07 de febrero de 2019.

 

A juzgar por nuestras gráficas de estadísticas, a la gente realmente le gustó la participación del comediante Jeremy McLellan sobre la discusión de llevar niños pequeños a Misa. (McLellan estaba respondiendo a una pieza en el blog del p. Michael White, pastor de la iglesia de la Natividad en Timonium, Maryland [EE.UU.] titulada “Por qué no animamos a los niños pequeños en la Iglesia”). Sobre el mismo tópico, recomiendo encarecidamente a nuestros lectores una excelente pieza titulada “La Liturgia es para los niños pequeños” en Church Life Journal, escrita por el editor fundador Timothy O’Malley, quien también es el director del Centro Notre Dame para la Liturgia. A continuación unos breves extractos.

 

“Desde mi perspectiva, el argumento del P. White es deficiente no simplemente porque alega por la exclusión de los jóvenes niños del acto de celebración parroquial. Más bien, la publicación del blog revela una falta de comprensión de la naturaleza del acto en sí mismo. Esta falta de comprensión no es exclusiva del P. White, sino que ha infectado a la mayoría de parroquias católica en Occidente mucho antes del Concilio Vaticano II. Cuando se reduce el acto litúrgico a una “comprensión”, entonces hay una eliminación de lo contemplativo, estético, y así encarna la formación, que es parte integral de una existencia de adoración…

 

Los jóvenes perciben el misterio del amor divino de la manera en que es apropiada para un infante o un niño pequeño. Negarles este acto de percepción es en esencia, decir que Dios sólo puede comunicarse en la manera que encontremos apropiada para nuestra fe sofisticada, inteligente, racional y adulta…

 

En este sentido, la publicación en el blog del P. White no es sino algo constante en el culto en los Estados Unidos en esta etapa. Las liturgias son cacofonías de proclamaciones verbales, de sermones, de explicación de ritos y el significado de las fiestas. Hay tan poco qué contemplar en las iglesias que han sido construidas como centros comerciales suburbanos. Se elige la música, no porque proporcione algo para percibir la belleza del sonido ordenado que se emplea para adorar a Dios, sino en cambio, para transmitir un “mensaje” en textos de himnos que a menudo son más ideológicos que estéticos o teológicos. Con frecuencia se da tan poco la virtud de gravitas[1] en el acto de adoración, un sentido que tenemos que ajustar nosotros mismo para adorar a Dios, ya que lo que anhelamos es un acto de adoración agradable y significativo.

 

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Tal vez, lo que necesitamos no es excluir a los niños del acto de adoración. En cambio, debemos comprender la celebración litúrgica como si los participantes principales en el acto de culto fueran los niños. En lugar de depender de los discursos sin fin, en los medios de comunicación, incluidas las pantallas de video, debemos crear espacios separados donde todos los sentidos se involucren en adoración. Enfatizando la comprensión mediante paréntesis, de una buena parte de lo que significa ser un ser humano.

 

Así que, en vez de crear una liturgia especial para niños apropiada para su comprensión, tengamos música que valga la pena escuchar y que podamos acompañar cantando. Construyamos altares y retablos que verdaderamente den tanto a niños como adultos algo para contemplar durante la adoración.

 

Prestemos atención a la manera en que la luz santifica el espacio, en cómo el color deleita el ojo. Tal vez algunos niños estén aburridos en misa, no porque sean incapaces de comprender lo que está sucediendo, sino porque hay mucho discurso y no suficiente silencio, no suficiente acción encarnada, no suficiente para contemplar”.

 

[Traducción de Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a dominusestblog.wordpress.com

 

 

[1] La gravitas (como la dignidad y la seriedad exenta de toda frivolidad), era una de las antiguas virtudes romanas que la sociedad más apreciaba, junto con el deber, la pietas, la dignitas y la virtus.

El término gravitas no debe confundirse con «gravedad» entendida como importancia, aunque los dos términos tienen una etimología común: ambos derivan, de hecho, de la palabra latina que indica peso, pesadez. Adquiere el significado de un sentido ético, de seriedad, severidad y dignidad y connota una cierta substancia o profundidad de personalidad. En la Antigua Grecia, el término areté podría tener una acepción parecida.

 

 

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