DENUNCIA CONTRA OBISPOS BELGAS. Por su colaboración activa en la apostasía general y la persecución de los últimos fieles.

Por Christophe Buffin de Chosal. Corrispondenza Romana. Septiembre 2017.

 

Un grupo de católicos belgas había enviado una denuncia al Cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que después fue redirigida al Cardenal Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, a causa del repentino despido del propio Cardenal Müller.

La denuncia es en relación al cardenal Josef De Kesel, arzobispo de Malinas-Bruselas, y a los obispos francófonos de Bélgica por haber tomado distancia, de manera colectiva, del profesor Stéphane Mercier, Licenciado por la Universidad Católica de Lovaina [La Nueva] (UCL- Louvain-la-Neuve) por haber definido al aborto como un homicidio. En vez de apoyar al valeroso docente quien sólo hizo recordar la moral de la Iglesia al interior de una institución católica, los obispos belgas lo han abandonado al linchamiento mediático, afirmando que su postura era “grotesca”.

A pregunta expresa sobre el despido [del profesor Stéphane Mercier], la portavoz de la Universidad Católica de Lovaina (UCL), Tania Van Hemelryck, se ha desvinculado públicamente del profesor Mercier, explicando que se trata de «argumentos absolutamente inaceptables dado que la UCL defiende el derecho fundamental al aborto» (RTL e RTBF, 21 marzo 2017).

El cardenal Josef De Kesel y los obispos belgas francófonos[1] no han reaccionado ante esta postura, todavía más escandalosa por el hecho de que emana de una universidad católica, y han ignorado todas las peticiones provenientes de círculos católicos para aprovechar la ocasión de reafirmar su adhesión a la enseñanza moral de la Iglesia respecto al aborto.

 

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Los autores de la denuncia acusan por lo tanto al cardenal Josef De Kesel y a los obispos francófonos de Bélgica:

  1. De no adherirse a la moral católica ya que se niegan a calificar al aborto como un crimen,
  2. De haber cometido una gran injusticia dejando que fuera sancionado un profesor fiel a la enseñanza de la Iglesia y,
  3. De haber causado escándalo por no haber amonestado a la Universidad Católica de Lovaina sobre la cuestión del aborto.

Vista la falta de respuesta de los obispos, los firmantes de la denuncia piden iniciar una investigación para verificar las acusaciones y proceder con las sanciones adecuadas, vale decir, una retractación pública por parte del cardenal Josef De Kesel y de los obispos francófonos, así como su dimisión colectiva.

 

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Iglesia en Bélgica convertida en tienda de ropa

 

Los autores de la denuncia precisamente subrayan que:

 

«Bélgica está a la vanguardia en la legislación permisiva sobre la moral de la familia y sobre el respeto a la vida. El divorcio afecta a una de cada tres familias y, en Bruselas, a una de cada dos.

El concubinato y el adulterio son situaciones ya banales. La práctica religiosa ha disminuido notablemente y la edad promedio de los pocos parroquianos es de cerca de 65 años. Los obispos se han concentrado en un proyecto de profanación y venta de iglesias – justo en contra de la voluntad de sus parroquianos. Los seminarios se vacían. Los conventos son vendidos. No se puede más que constatar que esta situación, ya trágica bajo el cardenal Danneels, se ha vuelto desesperada después de la llegada del cardenal De Kesel». «Nuestros obispos – prosiguen los autores – parecen hoy más interesados en gestionar la bancarrota y la liquidación de la Iglesia de Bélgica que en trabajar por una nueva evangelización.

Enlodados por los escándalos de pederastia, buscan sobre todo ser bien vistos adoptando posturas progresistas en clara ruptura con la doctrina de la Iglesia. Su fe y su moral están puestas más que en duda. Por otra parte en cambio, su sumisión al poder político, al “dogma” de los “políticamente correcto”, a los “valores humanistas” y, finalmente, su colaboración activa a una apostasía general, son cosas tan evidentes que Roma podrá ya lamentar la desaparición del catolicismo en Bélgica y la persecución de los últimos fieles». Más que una denuncia, es un pedido de ayuda.

 

¿Será escuchado?

 

Christophe Buffin de Chosal

 

[Traducción de Dominus Est. Artículo original]

*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com

 

[1] Bélgica es un país multilingüístico con tres lenguas oficiales: el 60 % de su población, en la región de Flandes principalmente, habla neerlandés, mientras que cerca del 35 % habla francés (en la región de Valonia, al sur, y en la Región de Bruselas-Capital, una región oficialmente bilingüe que acoge también una minoría de hablantes de neerlandés). Menos de un 1 % de los belgas vive en la Comunidad germanófona, donde hablan alemán, junto a la frontera al este del país. A menudo, esta diversidad lingüística lleva a severos conflictos políticos y culturales, muy parecidos a los de otros países bilingües, reflejándose en el complejo sistema de gobierno de Bélgica y en su historia política.

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